«Soy mexicana, me casé con un chileno maravilloso, hemos pasado por supuesto por sus alegrías inmensas y también por sus tristezas. Somos padres de 2 hermosas hijas; y soy Bendecida por ellos.
Sobreviví el Terremoto del 27-F , como todos lo llamaríamos más tarde en nuestras conversaciones y conciencia colectiva. Aunque México también es un país sísmico, nunca había vivido uno de tal magnitud como el ocurrido en Chile aquel Febrero de 2010. Sigo dando gracias de que estuve acompañada y bien acogida por un gran grupo de amigas y amigos chilenos que recuerdo con mucho cariño.
Sin embargo, lo que vendría días y semanas después, es lo que les quiero compartir, los cambios tan radicales que sentí en la sociedad chilena. Me atrevo a decir que fue una situación generalizada, observé cómo comenzaron a saludarse unos a otros en las calles, personas que no conocías pero que eran tus vecinos; comenzaron a preocuparse por el otro, a interesarse en la persona de enfrente, y aunque esta frase la han gastado tanto los últimos días, verdaderamente nos mirábamos a los ojos, en los negocios, en los edificios, trabajos y escuelas.
Creo que a pesar de que los chilenos y los mexicanos, coincidimos y nos parecemos en muchas cosas, en otras somos muy distintos. Puedo decir que los mexicanos, tenemos la costumbre de saludar y decir “provecho” cuando entras o sales de un restarurante, saludas en los elevadores, dices “salud” cuando alguien estornuda en la calle, inclusive si no conoces a ninguna de estas personas; en general, así estamos acostumbrados. Decimos “gracias” y “por favor” y preguntamos mil veces a la gente si no se le ofrece algo o sí se encuentra bien. Cuando llegué a Chile en el 2009, sufrí un poco con todo eso, porque no entendía dónde estaba esa amabilidad que tanto extrañaba de mi país, no los juzgo, claro que no, era sólo que no entendía el por qué de esas diferencias. Un día lluvioso de invierno chileno – en mi México tenemos lluvia con calorcito-, recuerdo que iba por la calle con mi abrigo rojo carmesí y mis botas de agua azules y la gente me veía extraño.
Justo después del terremoto, fui muy afortunada en asistir a una Conferencia totalmente gratuita en donde la expositora, con el salón lleno de chilenos, nos pedía que agradeciéramos por estar Vivos, que esa actitud positiva, de ayudar al prójimo, de apoyo, de comprensión, de empatía con el vecino, debería de mantenerse, que el terremoto había sido un gran remezón interno para cada uno de nosotros y como país. La conferencista agregaba que no había por qué vivir la vida en colores grises, obscuros, tristes, y ahí mismo se cuestionó el por qué los chilenos y chilenas en las calles, se vestían de azul, negro, de colores oscuros, por qué?… Ahí comprendí algunas cosas que me venía cuestionando hace tiempo. Afortunadamente de esos años al día de hoy, las cosas han cambiado para mejor.
Es conocido en el Mundo, que como sociedad chilena, pasaron por una terrible dictadura y trato de comprender desde lo más profundo de mi corazón ese sufrimiento, y más porque el hombre que amo es chileno y mis 2 hijas también lo son, y no lo sé, en algún momento, mis retoños cuando crezcan quieran hacer de Chile su país de residencia y quiero lo mejor para Chile y para ellas también.
Regresando al presente, cuando iniciaron las evasiones masivas en el metro y le siguieron después las grandes marchas multitudinarias en todo Chile, todos comenzamos a conocer de manera más profunda y cercana las diferencias sociales que sufren abuelitos pensionados, la gente que espera mucho tiempo para ser atendida en los hospitales, los sueldos que no alcanzan en relación con los altos costos de alimentos y medicinas y podríamos seguir. Después vinieron los Toques de Queda.
En medio de esa “tensa calma” yo salía a la calle con mis hijas durante las mañanas solamente y comencé a ver esos cambios que me habían tocado vivir después del 27F. Señoras en las calles, volteaban a verme, hacíamos contacto visual y nos saludábamos, como sabiendo que estábamos compartiendo las mismas vivencias y preocupaciones. En nuestro pensamiento, sabíamos que ésta era la hora de ayudarse de nuevo, de ver la necesidad del otro!. Las señoras en los semáforos, se dirigían a mí y me preguntaban: “sabes de la marcha de hoy? Es las 4:00” y en seguida otra señora le respondía desde atrás y seguíamos todas conversando en lo que cambiaba el semáforo a verde para continuar nuestro camino y nos despedíamos como si nos conociéramos de años.
Al tomar el taxi, el taxista me preguntaba qué opinaba de lo que estábamos viviendo, el vecino que no conocía me preguntaba cómo estaba, los muchachos de al lado de mi departamento, comenzaron a “cacerolear” en su terraza, y sin conocernos mucho, me uní a ellos en una sola voz, que decía:“Vecino, escucha únete a la Lucha” y yo comencé a “cacerolear” junto con mis hijas.
En estos días percibo una atmósfera diferente, como un ambiente de profunda reflexión para agradecer todo lo que tenemos, tanto familiar como lo material, que tal vez muchos otros pueden carecer de tantas cosas. No podemos dejar de voltear nuestra mirada al necesitado, al que le falta plata para medicinas o para comer.
Hace unas semanas, entré a un restaurante de hamburguesas y vi cómo una pareja le compró un paquete completo de comida a un viejito que sólo traía dinero para comprarse una bebida. Yo le dije emocionada a esa pareja:“qué buena acción han hecho para ese señor”, las demás personas vieron todo lo sucedido y otras chicas jóvenes ayudaron al viejito para llevarle la comida hasta su mesa, mientras, esas mismas chicas saludaban con gusto a mi pequeña hija también. No digo que eso no sucediera nunca antes, afortunadamente siempre han existido buenas personas, sin embargo en estas semanas, he visto estas buenas acciones crecer de manera exponencial.
Falta camino por recorrer, debemos seguir siendo empáticos con el dolor ajeno.
Los problemas sociales se están produciendo en muchos países de Latinoamérica, incluido mi Querido México, y pareciera que los que gobiernan no han conectado realmente con las necesidades de los pueblos. Quizá de verdad “Estamos Despertando” de una realidad que no era tan benéfica para todos. Creo firmemente que si nosotros cambiamos por dentro, primero desde nuestros hogares, en nuestras familias, seguro podremos ver cambios en nuestro Exterior. Sé que puede ser difícil pensarlo así, pero toda CRISIS nos lleva a una nueva oportunidad de Re-nacer, de lograr cambios profundos. Cambios en beneficio de toda la sociedad chilena y que duren permanentemente para el Bien Común.
Ruego al cielo por Chile y por mi México que también sufre de otras formas y por todos los países de este Mundo que están pasando por crisis similares. Ruego a Dios, que todo llegue a un Buen término».
Créditos: freepik / Pixabay
Sin duda una gran persona. Mamá amiga esposa periodista ne encanta su historia
Maravillosa historia, como se agradece un crítica constructiva, aprender a decir salud cuando estornudan, saludar, incorporar el por favor y gracias, desear el bien para el que tenemos al lado, son grandes cambios, sigamos despertando, lo lograremos! Abrazos querida cuñada!
Desde México es increíble ver cómo toman a Chile tal cual como buen ejemplo para construir y que en acá en mi país… Vean a Chile como un país ‘fresa’ que tiene más avances y siempre les digo : pues ellos no esperan… Si no se hacen escuchar nada más. Saludos! Que buena perspectiva