Por fin llegaron las esperadas vacaciones y es necesario preparar cuidadosamente los días en los que coinciden las vacaciones de padres e hijos para poder disfrutar al máximo juntos del tiempo, fomentar una vida en familia más tranquila, mejorar y aumentar la comunicación y estrechar los vínculos afectivos y, por supuesto, buscar instanciar para continuar aprendiendo.
Así lo asegura la psicopedagoga Montserrat Sepúlveda, quien agrega que como las vacaciones de los niños son largas, es fundamental buscar actividades entretenidas que nos acerquen a los niños para reforzar la comunicación y cercanía con ellos.
Actividades que podemos planificar como ir a la montaña, playa, piscina, relajarnos en la casa, ver juntos una película, jugar, leer juntos, ir al parque, salir a andar en bicicleta, hacer un picnic, partir hacia nuevos lugares o reencontrarnos con familiares y amigos, nos ayudarán a unirnos más como familia, conocer los intereses de nuestros hijos y cómo van cambiando en todos los aspectos año a año.
Por ello, a medida que nuestros hijos vayan creciendo se sentirán más involucrados si pueden opinar o participar cada vez más en la planificación de las vacaciones familiares.
Los trayectos son una gran oportunidad para conversar con nuestros hijos, acercarnos más a ellos, escuchar su música, saber qué esperan hacer durante las vacaciones, explicarles a los más pequeños con antelación los pormenores del itinerario (ruta, tiempo estimado, posibles paradas, etc.), intentando que todos estén lo más cómodos posible, observando y comentando todo lo que los rodea, cantando, jugando… Así podremos convertir los pequeños acontecimientos en experiencias estimulantes, llenas de comunicación y entretenimiento.
“Planificar qué haremos durante las vacaciones es bueno, pero no imponer a los niños actividades que pensamos que podrían ser entretenidas”. Si bien no debemos dejar escapar el tiempo, tampoco podemos obsesionarnos con ejercer sobre los niños una presión exagerada pensando que siempre tenemos que estar realizando algo práctico o educativo. Seleccionaremos actividades en función de los intereses familiares, del tiempo de que dispongamos y del entorno en el que nos encontremos, de modo que siempre encontremos algo que hacer, pero debe existir también cierta libertad. Es importante que nuestros hijos, además de aprender, puedan también descansar y tomar sus propias decisiones. El tiempo libre debe estar lleno de naturalidad y espontaneidad porque van a ir surgiendo numerosas situaciones imprevistas que no deberemos dejar escapar.
Estudiar o repasar durante las vacaciones es una excelente alternativa más si los resultados no han sido buenos, es preferible planificar un tiempo para repasar, pero sin olvidar nunca el ocio y el descanso, ingredientes imprescindibles para poder afrontar con éxito el próximo curso escolar. El verano no es solo un tiempo de deberes: leyendo, practicando algún deporte, realizando excursiones o actividades divertidas también se aprende mucho.
Algunas sugerencias como practicar deporte: contribuye a formar la personalidad del niño. No solo se potencia el desarrollo físico sino que también les enseña a relacionarse con los demás, estimula la responsabilidad y la constancia, y conforma valores. Fomentar la afición por la lectura: respetar su ritmo y entonación, todo siempre con una actitud positiva y cariñosa nos ayudará a continuar desarrollando en nuestros hijos sus habilidades o debilidades.
Los niños poco a poco deben ir asumiendo diversas responsabilidades. Hay que hacerles ver que su colaboración es necesaria, que ayuden en las tareas de la casa es necesario para su desarrollo personal y su autoestima; la tranquilidad de las vacaciones hace que sea el momento ideal para que aprendan a ayudar.
Disfrutar en familia, fomentar el diálogo comunicarse, dar a conocer nuestras razones, expresar nuestras necesidades y deseos, saber pedir perdón, trasmitir valores, el diálogo se aprende y, con él, les facilitaremos la comunicación y la comprensión sobre sí mismos. Debemos conseguir en vacaciones un clima familiar más relajado, sin que el trabajo y el colegio sean el centro de atención como ocurre durante el año escolar.
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